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Edirne

Nuestra última parada antes de abandonar Turquía fue Edirne (05/06). La ciudad es famosa por los campeonatos de lucha turca y por la gran mezquita Selimiye que es considerada la obra maestra del arquitecto Sinan.

Allí descubrimos que Edirne también es famosa por su especialidad culinaria… el hígado empanado!!! Y que rico que les sale!! Lo sirven con tomates y cebolla frescos, y como no, para beber un refrescante ayran.

Dimos unos paseos por la ciudad y también vistamos la Eski Cami que es la mezquita más antigua de la ciudad. Son espectaculares las letras gigantes que hay pintadas tanto en el interior

como en el exterior de la mezquita.

Salimos de Edirne y pocos después nos despedimos de Turquía. Fue un mes lleno de experiencias increíbles. Seguro que volveremos!!

Istanbul

¡Por fin llegamos a Estambul!

La dejamos para el final y la verdad que hicimos muy bien, porque ya conocíamos a los turcos, su manera de vivir, sus costumbres pero esta vez concentrado en una ciudad con veinte millones de habitantes, una ciudad con mucha  personalidad.

Lo importante es no dejarse arrastrar por las masas de turistas, intentar verlo todo de una manera más inocente y con buen sentido del humor,

mezclarse con los locales en sus  barrios, buscar zonas alternativas y sobre todo darse un paseo por el Bósforo.

Nos perdimos un par de veces en el caos circulatorio de la ciudad antes de llegar al centro…

A pesar de la imagen idílica que todos tenemos de Estambul, es además una gran ciudad con millones de coches y decenas de rascacielos.

Pasamos dos noches en un parking cinco estrellas en el cuerno de oro. En cuanto llegamos allí, nos llevamos la gran sorpresa de encontrarnos con Nico, su madre y un amigo suyo que también estaban de visita en la ciudad… ¡¡que pequeño es el mundo!! Tomamos un çai muy agradable charlando y compartiendo anécdotas a la orilla del Bósforo.

Este año además Estambul es capital cultural europea, con lo que te podías encontrar por la calle instalaciones modernas y extravagantes al lado de mezquitas con cientos de años…

Nos sorprendió mucho el centenar de pescadores en el puente lanzando sus cañas y con sus cubos repletos de peces todavía vivos.

Paseamos horas y horas por la ciudad, visitamos mezquitas

y desde la barrera Aya Sofía,

comimos los típicos bocadillos de pescado, döners, mejillones,

montones de mazorcas de maíz, pilaf, köfte,

bebimos ayran y Efes….vimos la torre Galata de cerca y de lejos,

vimos exposiciones de fotografía y conciertos en la calle,

manifestaciones por el reciente ataque israelí al barco con ayuda humanitaria para Palestina, regateamos en los bazares,

y todas esas cosas  que se pueden hacer en esta ciudad especial.

esto si que es comercio "exterior"

copistería cerca de la universidad

Además, nos pegamos el lujo de un paseo en barco por el Bósforo.

Karadeniz (Mar Negro)

Sin pararnos mucho llegamos al Mar Negro. Resultó que no era negro, más bien azuloscurocasinegro, aunque según dicen los locales según te vas adentrando el mar se vuelve realmente negro. Nosotros no pudimos comprobarlo.

El paisaje en el norte de Turquía es completamente diferente al resto. Está lleno de montañas pegadas a la costa y árboles verdísimos. Incluso nos llovió algunos días. Aquello parecía Asturias!

La primera parada fue Akçakoca. Es el típico pueblo de veraneo turco lleno de turcos, sobre todo gente joven que se dejan ver a la orilla del mar. Con un montón de garitos con música en directo y muchos restaurantes con pescado fresco. Las calles estaban llenas de vendedores, como siempre (mazorcas de maíz, frutos secos, fruta, helados…).

Seguimos nuestra andadura por la costa del Mar Negro, vimos las típicas casas de madera de estilo otomano,

pasamos por miles de curvas por las que cruzaban las vacas sin ningún miedo a los coches, paramos en alguna playita pero no nos bañamos (el tiempo y lo poco cuidadas que estaban las playas no invitaban a hacerlo…).

Paramos en Kefken donde encontramos una calita encantadora.

Allí conocimos a unos señores muy amables que habían vivido muchos años en Alemania  y que nos invitaron a tomar café en su casa.

Seguimos hasta Şile,

y pasamos la noche en frente de su alegre faro a rayas negras y blancas.

Estuvimos poco tiempo aquí aunque el pueblo era muy bonito, ya teníamos muchas ganas de llegar a Estambul!!!

Meke Gölü y Konya

Llegamos al cráter Meke Gölü (29/05), recomendado por Thomas, el sitio es increíble y hasta un poco surrealista rodeado de tres lagos de agua completamente roja.

El cráter en sí estará más o menos a unos 250m de altura y no sabemos muy bien cuando dejó de estar activo.

Cráter de 100 metros de diámetro

En el había bastante fauna, vimos topos, tortugas, salamandras, lagartijas y diferentes especies de aves que no habíamos visto jamás.

Lo recorrimos de todas las maneras posibles: lo rodeamos, lo escalamos (la pendiente sería de un 70%)

y lo bajamos cómo si se tratase de un tobogán gigante.

con algún que otro incidente.....

Nos encantó el lugar,

y más aún el estar completamente solos disfrutando de esas pocas cosas en el medio de la naturaleza, que todavía no están explotadas por el turismo.

Esa misma tarde fuimos a Konya, donde nació la secta Mevlana de los famosos derviches. Nos dimos un primer paseo por el centro pero ya era un poco tarde para ver los sitios que queríamos visitar, así  que nos pusimos a buscar un lugar donde dormir. Vimos una señal de “Caravan Parking” y nos acercamos hasta allí para preguntar el precio pensando que era un camping… Cual fue nuestra sorpresa cuando vimos a una pareja de simpáticos irlandeses que estaban saliendo de allí y nos explicaron que era un parking del ayuntamiento para caravanas y que todo era completamente gratis (agua, electricidad, seguridad, baños…) Lo nunca visto en Turquía!! También nos dijeron que esa misma noche había una “Sema” en el centro cultural Mevlana.

La Sema es la danza de los derviche giróvagos, que es un ritual religioso en el que los monjes de la secta entran en una especie de trance en que ellos hacen de mensajeros entre Dios y los hombres.

La danza consiste en giros que dan los monjes sobre sí mismos y alrededor de otros monjes simulando el movimiento de los planetas y el Sol, mientras los músicos tocaban en directo flautas, tambores e instrumentos que no habíamos visto antes. La indumentaria que llevan hace que el ritual sea espectacular, visten unas faldas largas blancas que se abren haciendo ondas cuando ellos giran. Fue muy emocionante. Toda una experiencia.

Lo único que estropeó un poco la ceremonia fue la actitud de la gente, sonaban móviles a los que la gente incluso respondía, entraban y salían como perico por su casa y hablaban entre ellos sin ninguna consideración… La verdad es que nos sorprendió bastante, porque se supone que es un acto religioso en que el que ellos creen y en el que los monjes necesitan mucha concentración.

A la mañana siguiente visitamos el antiguo monasterio Mevlana que ahora es un museo.

Nos gustaron muchísimo las palabras escritas en las paredes con letras árabes gigantes y los dibujos de formas geométricas que también estaban por las paredes , los coranes manuscritos con cientos de años de antigüedad, las inscripciones en las piedras,

los azulejos de colores vivísimos,

el jardin con el torreón de azulejos turuquesas…

y todo esto rodeados de cientos de creyentes que le rezaban a cada piedra del monasterio.

Nos dimos un paseito por la ciudad, muy agradable por cierto. Comimos unos döners, nos regalaron pastelitos…

Kapadokia (Capadocia)

Nada más llegar a Capadocia fuimos hasta el camping que nos habían recomendado Manuel y Derya en Palmira, y para nuestra gran sorpresa… allí estaban ellos!!!!! Habían cambiado de ruta y ahora iban rumbo a España (esos buenos ratos charlando en Palmira habrán tenido algo que ver…?!).

En el camping también conocimos a Thomas, un hombre muy majete austriaco con muchas cosas que contar de su vida tan intensa como cámara y fotógrafo viajando alrededor del mundo. Tomamos, como no, tes y más tes y compartimos anécdotas. También nos recomendó un “secret spot” a unos 150 km al oeste de Capadoccia, el Meke Gölü.

Allí pasamos tres días estupendos. Paseamos por el Valle Rosa,

fuimos a Göreme, Zelve y  Ürgüp, nos perdimos por la noche por los caminillos… menos mal que había luna llena y brillaba como el sol.

Nos encantó la Capadocia, es como un escenario mágico y lunático,

con rocas con todo tipo de formas imaginables…

con un poco de imaginación puedes ver lo que quieras. Nosotros vimos a David el Gnomo en varias ocasiones, percebes gigantes,

alguna que otra cara,

un conejo a cuatro patas…

De nuevo en Turquía

Volvimos a Turuía, nos sentíamos otra vez como en casa, son la leche los turcos!. Nuestro próximo destino era la Capadocia. Atravesamos carreteras de todo tipo: pequeñas, de tierra, autopistas y muchas en obras, eso sí con unos paisajes increíbles.

Paramos en Nidğe y Gumüşler. Avanzamos un poco más y volvimos a parar en una aldea para ver el valle que era muy bonito.

Viendo la puesta de sol, nos saludaron unas señoras muy simpáticas desde el balcón de su casa, salieron y vinieron a hablar con nosotros. Al rato estábamos las señoras, sus hijos y sobrina tomando té en un altillo sobre el valle con unas vistas preciosas. Como nos había pasado otras veces, ninguno hablaba el idioma del otro, pero aún así nos entendíamos. Más tarde vino el hombre de la familia, y estuvimos horas y horas hablando, como hacía mucho frío nos invitaron a su casa y allí continuamos charlando.

Nos aconsejaron que aparcásemos la furgo en su casa para estar más seguros, e incluso también insistieron en que durmiéramos en su casa, pero cómo no queríamos molestar y además teníamos nuestra casita en su parcela, optamos por la furgo.

A la mañana siguiente nos sorprendieron con un desayuno de reyes:

crema de leche recién ordeñada (la mujer se levantó a las seis de la mañana para ordeñar la vaca), huevos sabrosísimos, roca (una hierba con sabor a limón), cebolletas, pepino, patatas y berenjenas fritas, tomates, yogurt casero, varios quesos también caseros, algo que parecía caramelo líquido que estaba brutal y todo de su propia huerta y riquísimo. Y como no, litros y litros de té para acompañar este manjar.

Luego nos llevaron de visita turística por la aldea, nos enseñaron los lugares de interés, visitamos la mezquita, nos presentaron a casi todos los habitantes del lugar, también nos llevaron a la casa de la mujer más anciana del pueblo que nos invitó a una naranjada, fuímos al establo vimos el ternero, el burro,

gallinas y pollitos, también nos enseñaron sus huertos.

Fue toda una experiencia inolvidable.

De Silifke a Reyhanli

Los turcos tienen la extraña costumbre de llamar con nombres muy diferentes a la misma ciudad, lo cual confunde bastante y da lugar a algunos mal entendidos…

Içel (también llamada Mersín) es una ciudad superindustrial y llena de camiones, al igual que Adana, Iskenderun

Evitando toda esta acumulación de ruidos y contaminación decidimos hacer ruta alternativa (de Karataş a Yumartalik 14/05) cogiendo caminos de tierra que nos llevaron a aldeas de lo más turco, vimos algunos campamento de agricultores nómadas, gente trabajando de sol a sol que te brindaban su mejor sonrisa cuando pasabas a su lado…

cultivo de girasoles cerca de Karataş

Hicimos noche en Yumartalik (en un “secret spot” que nos recomendó un hombre del pueblo).

También buscando un poco de aire puro fuimos al Karatepe Milliparki (cerca de Osmaniye).

Llevábamos días buscando un camping (que ya nos hacía falta), pero parecía que iba a ser misión imposible… Se suponía que había uno dentro del parque natural, el “Su Sporlari Merkezi”. Tras varias horas de búsqueda y de preguntar a todos los paisanos… dimos con él!

Pero aquello no era ni camping ni ná, nos querían hacer aparcar clandestinamente detrás de una casa y sacarnos un cable por la ventana a precio de oro… nos fuimos.

Escapando de ese lugar nos encontramos con unos niños de excursión con el cole y nos hicieron sentir famosos por un día. Fue divertidísimo. Parecía que no habían visto a un guiri en su vida y todos querían practicar el inglés que aprendieron en clase.

Nos dimos unos paseos por Antakya (16/05). Era el día de la gran final de la liga de futbol turca, había mucha gente de amarillo y mucho ambiente en la calle… La ciudad no era nada de el otro mundo.

Llevábamos días planteándonos ir a Siria, aunque sin muchas esperanzas ya que habíamos leído que era imprescindible conseguir el visado en el país de origen para poder entrar, y que era casi imposible conseguirlo en la frontera. Aún así fuimos al pueblo fronterizo de Reyhanli, para intentar entrar en Siria a la mañana siguiente.

Aquí fue donde conocimos a  Ahmet en la plaza del ayuntamiento donde estábamos jugando con unas niñas. El estaba con sus dos hijas, empezamos a hablar y le invitamos a un té. Se empeñó en llevarnos de visita turística por el pueblo y fuimos a ver la principal atracción del lugar: el parque. Estaba lleno de gente joven, mayor, niños, familias enteras haciendo barbacoa y todos pasando tan ricamente la tarde del domingo. Eso sí que es calidad de vida.

Después del paseo Ahmet nos invitó a cenar a su casa donde estaban su mujer y su tercera hija (la más pequeña). Probamos exquisiteces turcas, nos hicieron sentir parte de su familia, jugamos con las niñas… una noche inolvidable.

Çok teşekkür ederim Ahmet!

De Manavgat a Silifke

Que desilusión la cascada de Manavgat, que en realidad es un pequeñísimo salto de agua y aún encima te cobran por la entrada. No sé como no les da vergüenza…

Menos mal que el parque natural que hay alrededor es precioso, y que buscando buscando encontramos un hueco a la vera del río donde montar campamento.

Allí conocimos Ramsi. Sacó su alfombra de colores y allí estuvimos hasta las tantas charlando y bebiendo Efes (cerveza turca).

Continuando por la costa llegamos a una calita cerca de Gazipaşa

donde estuvimos haciendo un rato el ganso… jeje!

Allí había un restaurante con unos camareros simpatiquísimos. Nosotros ni entramos al restaurante, y ellos nos regalaban cacahuetes recién tostados, botellas de agua fría (¡qué calor que hacía!), se tomaron el té con nosotros, también un policía que había por allí se acercó a charlar un rato y también se tomó un té… no nos lo podíamos ni creer. Aunque en realidad esto es algo muy normal en Turquía, casi cada día la gente se paraba a hablar con nosotros y a ofrecernos lo que tuvieran, por poco que fuera: naranjas, tomates, manzanas, çai a todas horas… Los turcos son la leche!!!

Al día siguiente continuamos por el tramo de la carretera D400 que va desde Gazipaşa hasta Silifke que es espectacular, llena de acantilados,

bosque de pinos, plataneros, vendedores de miel, y pendientes del 15%…

Olympos y Çirali

Para llegar a Olympos hay que descender un puerto de montaña comparable al Tourmalot del Tour de Francia…

Menos mal que no íbamos en bici, como muchos otros que veíamos pasar!

Es un sitio bastante peculiar llenos de Pansiyon (pensiones) de madera y de casas en los árboles a largo del camino que lleva hasta las ruinas y la playa.

Esa tarde cogimos las bicis para ir en busca de la famosa Chimaera (la misteriosa llama eterna que nunca se apaga), y resulto que justo fuimos en dirección contraria… eso sí, el paisaje era maravilloso!!

Después de unos 15km y creyendo que ya estábamos casi llegando (en realidad estábamos llegando al cabo Adrasan), se pinchó una rueda…

felices antes del pinchazo

Ya estaba anocheciendo y tendríamos que andar todos los kilómetro de vuelta hasta la furgo… íbamos a llegar de madrugada!!! Pero menos mal que después de una hora andando unos simpatiquísimos camioneros se apiadaron de nosotros y nos llevaron de vuelta a la furgo sanos y salvos.

A la mañana siguiente fuimos a Çirali (08/05) que era donde en realidad se encontraba la Chimaera. Nos gustó tanto el lugar que nos quedamos allí acampados en la pedazo de playa cuatro días.

Hicimos nuestros propios döners, la primera tortilla de patata de la furgo,

döner made in feito na casa

buceamos en busca de los galápagos que viven por allí (intento fallido),

jugamos a las palas, más rutas en bici (esta vez sin pinchazos)…

Bahía de Kekova

Una vez que dejamos atrás los bonitos (y superturisticos) pueblos de Kalkan y Kaş, y tras pegarnos unos chapuzones en sus aguas turquesas…

nos encontramos con el impactante paisaje de Kale (Demre) repleto de invernaderos. Para descansar un poco del día nos fuimos a la playa para tomar un té, acto seguido aparecieron en escena…

dromedarios en Kale

Para cambiar de aires nos fuimos a la cercana Bahía de Kekova (06/05). Nos encantó el lugar, con la puesta de sol sobre los sarcófagos con forma de barca con la quilla mirando al cielo…

Por esta zona abundan las construcciones funerarias, tan bonitas y originales como las de Kekova, o como las tumbas excavadas en las rocas en Myra.

tumbas de Myra cerca de Demre

A la mañana siguiente visitamos un pequeño astillero familiar (allí trabajaban todos: la abuela, los niños, los padres,…) donde se construyen las típicas embarcaciones de madera de ésta zona.

director de producción

en proceso de construcción

Es increíble ver como esta gente consigue unos acabados tan buenos y un trabajo final tan profesional con unos métodos tan rudimentarios…