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Ciudades abandonadas

Pasamos fugazmente por las ruinas de آفاميا‎ (Afamia)

y nos dirigimos hacia dos de las ciudades abandonadas mejor conservadas, بارة (Al-Bara)‎  y سيرجيلة‎ (Serjilla).

Al parecer hay cientos de estas ciudades en la zona norte de Siria. Formaban parte de los territorios del imperio bizantino y misteriosamente fueron abandonadas.

La ciudad de Serjilla estaba casi completamente en pie,

se podían ver las iglesias, casas, un hospedaje,

sarcófagos

y hammams (baños públicos) con aguas termales y un sistema de recogida de agua de lluvia que nos pareció muy actual.

Al-Bara es la ciudad abandonada más grande, aunque no está tan bien conservada como Serjilla. Allí vimos unas tumbas en forma de pirámide muy curiosas.

Seguimos conduciendo hacia el norte, ya no nos quedaba mucho tiempo en Siria. Hasta que llegamos otra vez a Alepo y dormimos en una de las parte más modernas de la ciudad, nada que ver con lo que habíamos visto días atrás..

Salimos de Siria por la frontera de Killis no sin antes pasar por una gasolinera donde el tipo nos intento timar. Se creía que éramos tontos. A lo mejor si hubiera cambiado los litros del contador más discretamente no nos habríamos dado cuenta… le falta experiencia al chaval!!

típico surtidor en Siria

دمشق (Damasco)

Antes de ir a Damasco pasamos por Maalula (معلولة), que es uno de los pocos pueblos donde todavía se sigue hablando arameo. Allí visitamos el monasterio de Santa Tecla.

Pero lo que más nos gusto fueron unos caminos que había por el interior de las rocas.

Las casas de este pueblo están enclavadas en la roca y sus colores claros las mimetizan con el paisaje.

Llegamos a Damasco un viernes (21/05), que es el día de descanso de los musulmanes, así que la ciudad estaba casi vacía y muy tranquila, además no tuvimos que pasar otra vez la aventura del tráfico caótico.

Paseamos por las callejuelas,

tomamos té en la tetería donde trabaja el único contador de historias profesional,

comimos schawarmas y falafels callejeros… Vimos más turistas aquí que en Alepo, aunque probablemente fuera porque eran de los pocos que estaban en la calle…

La mezquita de los Omeyas nos gustó mucho.

Quizá no nos impresionó tanto como la de Alepo, probablemente porque ya nos habíamos acostumbrado a este tipo de mequitas, pero los mosaicos del patio nos encantaron

y los dibujos geométricos del suelo de mármol nos gustaron muchísimo.

También visitamos la tumba de Sayyida Ruqayya (hija del mártir Hussein, hijo de Alí)  que es un lugar de peregrinación para los chiítas. La mayoría eran mujeres iraníes de negro que lloraban de la moción, besaban cada baldosa del lugar y echaban aceites aromáticos por todas partes.

En la sala de oraciones cantaban todos juntos, emocionadísimos. La decoración era exageradísima, llena de cristales y brillantes por todas partes y lámparas doradas. El conjunto era muy impresionante.

Como era viernes el zoco estaba casi vacío, así que se podía ver perfectamente como entraba la luz por los agujeros del techo haciendo un juego de luces en el suelo muy fotogénico.

La mayoría de estos agujeros eran de balas francesas, que en el 1925 atacaron la ciudad como respuesta a una rebelión nacionalista…Ver el paso de la historia de esta manera pone los pelos de punta

تدمر (Palmira)

Era de las cosas más esperadas del viaje… atravesar el desierto sirio. El cual no es el Sahara ni tiene dunas gigantes de arena roja, pero la experiencia estuvo genial y nos gustó mucho. Fueron casi 300 km en línea recta, con muchísimo calor que gracias al “aire ventilado” y no acondicionado de la furgo, no nos asamos. Por el camino nos cruzamos con alguna que otra aldea de casas colmena, y beduinos en sus haimas.  Tuvimos mucho cuidado de no equivocarnos en coger el desvío a Iraq y coger el bueno.

Tras pasar la única curva llegamos a las ruinas de Palmira,

que al atardecer impresionan mucho más.

Las ruinas son alucinantes,

allí en el medio de la nada, todo muy salvaje. También había algún que otro beduino…

Beduino en las ruinas de Palmira

Allí conocimos a Derya y Manuel, una simpatiquísima pareja turco-alemana que están dando la vuelta al mundo en sus potentes motos,

charlamos durante horas, hasta que llegó el momento de ir a Damasco (la cuenta atrás de nuestro contador en Siria seguía avanzando).

Atravesar de nuevo el desierto dirección Damasco (otros 300 km), nos gustó aún más….mucho más desierto que el camino de ida, vimos hasta rebaños de dromedarios.

Buscábamos una sombra como locos hasta que encontramos un oasis y descansamos un rato, porque el calor era terrible…

La furgo se portó genial, no se quejó en ningún momento, todo lo contrario quería más aventura siriana…

حماة‎ (Hama) y alrededores

¡Impresionante el sonido que hacen las norias de Hama!

El chirrido de la madera húmeda en cada giro de la noria es único. Se usan para el riego de los jardines de la ciudad, y llevan funcionando desde el 1100 aC.

Nos acercamos a las aldeas “colmena”, son casas hechas con adobe en forma de cono donde vivían hace poco la gente del desierto hasta que mejoró la economía e infraestructura, y dejaron de vivir en ellas. Ahora guardan cosas dentro.

Fueron éstos dos simpáticos chicos de la aldea los que nos explicaron todo esto.

Después del té, nos acercamos a las ruinas bizantinas del castillo “Qasr Ibn wardan” (قصر أبن وردان)

donde el guardián nos dio toda una clase de historia del lugar con todo tipo de detalles, súper majete el hombre!

Ventana del castillo

Homs nos pillaba de paso para visitar el Castillo de los Caballeros, asi que hicimos noche allí sin la visita pertinente.

El Castillo los Caballeros («Qal’at Salah El-Din» قلعة صلاح الدين‎ ), merece una visita. Está situado en lo alto de una colina,

fue construido en la época de las cruzadas y fue el ultimo castillo cristiano que resistió a los musulmanes, que finalmente se rindieron y pactaron la salida del país.

Nos metimos por todos los recovecos posibles,

era enorme, con doble muralla, torreones, un horno gigante,… todo muy bien conservado y casi nada reconstruido.

حلب (Alepo)

El tráfico en Alepo (17/05) es un caos y llegar al centro toda una aventura. Hay millones de taxis con los parachoques y los intermitentes destrozados, lo cual hace que nos preocupe bastante verlos todo el tiempo a medio milímetro de la furgo…

Metimos la furgo en un parking cinco estrellas y nos adentramos en el centro histórico, que es un laberinto de callejuelas con miles de comercios y gente en la calle.

La mayoría eran locales, la verdad es que no vimos muchos turistas.

Nos impresionaron las mujeres vestidas de negro, completamente tapadas: gabardinas hasta los pies, guantes, velos que tapaban por completo la cara (como hacen para no caerse??). Al principio incluso creíamos que las estábamos viendo de espaldas, pero cuando nos dábamos cuenta de que avanzaban hacia nosotros entendimos que las veíamos de frente…

La gran mezquita fue todo un shock.

Preciosa, con un patio gigante donde la gente se sienta a la sombra a pasar el rato. En el interior la gente reza y lee el corán, otros descansan, todo en un ambiente relajadísimo, que da mucha paz, donde nunca te sientes extraño y te inunda la tranquilidad.

El zoco es el más impresionante que hayamos visto jamás.

Lo venden todo: especias, alfombras, jabones, carne, joyería, pescado, vísceras, frutos secos, ropa, tornillería, pastelitos, herramientas… y muchísima comida recién hecha allí en el medio de todo aquello.

Probamos el mejor falafel de nuestra vida a 25 libras sirias (unos 40cts) y batidos de frutas naturales riquísimos a 25 libras el medio litro. El chiringuito de los batidos era un cubículo de aprox. 1metro cuadrado

donde el hombre preparaba los batidos al momento, rapidísimo, picaba allí mismo el hielo que le traía el “hielero” en bloques de medio metro… todo un espectáculo.

Hielero arriesgando la vida entre el tráfico de Alepo

Por las estrechas calles del zoco circulan, burros, carros-tienda, mini-camionetas que al dar marcha atrás hacían sonar la lambada…

y cada pocos metros también te encontrabas con el aguador.

Haced zoom para ver al Aguador con sus flores sirviendo agua

En el medio de todo este jolgorio están las maravillosas mezquitas y madrassas del barrio, que son el contraste al alboroto exterior.

Tras perdernos varias veces por aquel laberinto fuimos a la ciudadela. Impresiona su posición sobre la ciudad,

el teatro, las mezquitas… nos colamos en un grupo de italianos a las habitaciones interiores llenas de vidrieras, lámparas inmensas, fuentes…

Visitamos el barrio cristiano al día siguiente por la mañana. Todo estaba muy tranquilo, las tiendas no habían abierto todavía. Sólo la panadería estaba abierta y llena de gente.

La arquitectura de esta barrio es muy medieval, con casas de madera, iglesias cristianas, ortodoxas, armenias, sinagogas… todo muy restaurado.

Entrar en Siria no es tan fácil

Según nos íbamos aproximando a la frontera Turca, no nos podíamos creer la cola kilométrica de camiones que había esperando, y eso que eran las ocho de la mañana. Menos mal que dicha cola era sólo para camiones, en la de coches éramos de los primeros.

Salimos de Turquía sin problemas, y entramos en la frontera Siria. Aún sin muchas esperanzas de conseguir el visado, entramos en el edificio de la policía para intentarlo. Nos preguntaron si teníamos visado y al decir que no, nos metieron en el despacho del Coronel (no sabemos que rango tenía, pero le vamos a llamar Coronel). Sin mediar ninguna palabra nos hizo el gesto para que nos sentáramos en los sofás mirando la tele, que casualmente había los “cuarenta principales Sirios”. El Coronel lo único que hacía era hablar por teléfono mientras que manoseaba nuestros pasaportes, menudo momento!! Al cabo de un rato entró en el despacho el pez gordo de la aduana, nos miró con gesto despectivo, hablaron entre ellos y al rato el Coronel nos devolvió los pasaportes y un par de recibos para que pagásemos 28 dólares por cada visado. Estábamos súper contentos íbamos a poder entrar en Siria y parecía que sin mucho esfuerzo.

Cuando fuimos a pagar los visados, nos costó convencerles para que aceptasen nuestras liras turcas, ya que no teníamos otra moneda en metálico. Solo aceptaban dólares americanos, euros y en última instancia su libra siria.

El siguiente trámite eran los papeles para que la furgo nos acompañase en el viaje, y aquí empezaron los problemas. El único que hablaba inglés en toda la aduana, era el tipo de la oficina de turismo (y  su “secretario” chapurreaba un poco). Fue él quien nos explicó los pasos a seguir: seguro (80 dólares), tasa Diesel (100 dólares A LA SEMANA!), carnet de pasaje (63 dólares) y demás fotocopias y firmas que deberíamos de conseguir. Miña madriña que caro!!!!  Teníamos muchas ganas de entrar en Siria, y ya habíamos conseguido y pagado los visados, así que decidimos tirar para delante. Pero a todo esto había un problema, no teníamos más dinero en metálico. El hombre de la oficina de turismo nos dijo que a lo mejor en el “duty-free” podían ayudarnos, ya que en toda la frontera no había ni un cajero automático. También nos aconsejó que sacásemos más dinero del que necesitábamos para los documentos oficiales (official money), porque también necesitaríamos “money for corruption” (palabras textuales), estábamos flipando de la naturalidad con la que nos lo decía…

Así que allí nos fuimos al “duty-free” a rogarle a cada uno de los vendedores que nos ayudara, pero todos decían que no podían hacer nada por nosotros… Hasta que llegamos al último, que se apiadó de nosotros y nos hizo el favor de hacer el siguiente trapicheo: Pasar por nuestra tarjeta compras de otros clientes, y que éstos nos diesen a nosotros el dinero en metálico.

Una vez conseguido el dinero, volvimos a la oficina de turismo y con la ayuda del “secretario” conseguimos los papeles, algunas de las firmas y pagamos todo.

Cuando parecía que ya estaba todo, en realidad nos faltaba la firma de a quién ellos llamaban el “boss” (jefe). Fuimos a junto de él y no quiso firmar, así que tuvimos que ir escaleras arriba y abajo por unos pasillos que parecían que estaban en guerra, e ir habitación por habitación hasta que otro “boss” accedió a firmar. Decimos habitaciones porque allí era donde dormían, parecían habitaciones de estudiantes, todo tirado por el suelo, narguiles gigantes (pipas de fumar), la mtv a todo volumen, caras de recién despertados y en camiseta interior…

Concluidos estos trámites el “secretario” tendió la mano: no estaba en plantilla de la aduana. Más tarde nos dimos cuenta que el edificio estaba lleno de “secretarios” que pretenden ayudarte para sacarse una comisión…

Ya felices y contentos por a ver superado todas las pruebas, faltaba que nos abrieran la barrera y salir de esa frontera tan corrupta. Aunque el de la barrera, el que tenía la última palabra, nos pidió más pasta por debajo de la mesa. Al sólo tener 5 liras turcas, el tío se lo pensó, hizo un mal gesto, firmó decepcionado por no haber conseguido más pasta y abrió la barrera.

Lo conseguimos, habíamos entrado en Siria!!

El visado era simple, así que no íbamos a poder seguir hasta Jordania. Visto lo visto sería demasiado arriesgado regresar a la frontera siria para intentar conseguir de nuevo otro visado…

Como la tasa diesel era semanal (y no estábamos dispuestos a pagar ni un duro más para poder estar en Siria) sólo disponíamos de siete días para poder ver todo el país… habrá que madrugar para aprovechar bien cada día!!!!!!